
Como cada noche la veo bajar las escaleras, hoy un poco más tarde, creo, pero magnifica igual. Nunca he podido dejar de mirar como lo hace. Las baja despacio, imagino que la causa es el vestido largo y los tacones que la frenan, que la hacen avanzar lentamente. Hoy se ha puesto el vestido negro de terciopelo, pero los zapatos son del color de su pelo. He visto pasar muchas chicas por delante de esta barra, pero ninguna con este pelo.
Es tarde, apenas queda nadie en el bar, el jefe, un borracho hablando solo, la pobre Lily que no deja de absorber sus propias lagrimas mientras bebe la leche caliente que le acabo de llevar, pobre, nunca debió de abandonar la granja de sus padres para venir a la ciudad, ¿que esperaba? ¿Que el fotógrafo de turno la hiciera famosa? Ese del cual ya solo le queda el recuerdo que lleva en su barriga, pobre Lily. Y Max con el saxo, tocando alguna canción triste, escondido entre el denso humo que vicia el local, y afuera, la noche helada.
Los zapatos se han detenido, se podría decir que los tacones de aguja se han clavado en la sucia moqueta verde que cubre los escalones. Parece que Gina esta furiosa, maldita sea, Max esta tocando esa maldita canción, le ha dicho mil veces que no la toque.
Me mira, no, mira el espejo que hay tras de mi. Esta mirando al hombre que hay en la barra. Se acerca.
Ahora la veo mejor, parece que su roja melena esconde un ojo morado. Sí, ahora recuerdo cuando el jefe la pego por primera vez. Bien, no se si lo recuerdo o si tal vez me lo ha contado ella.
Hizo la maleta deprisa. Había juntado un poco de dinero, quizás del despacho de Charlie, escribió una nota de despedida y huyo.
Le espero bajo la lluvia en aquel oscuro callejón, medio escondida en la puerta de un garaje abandonado. Lo espero hasta que entumecidas las piernas y hundida la esperanza volvió a casa.
Esa noche fue la primera que Charlie el pego, la tuvieron que llevar al hospital, y por suerte perdió al hijo que esperaba, el hijo del hombre que ahora bebe bourbon sin quitarse el sombrero.
Maldito bastardo, le abofetearía, a el y luego a Max por tocar esa maldita canción, los odio a los dos.
La triste canción del barman vuelve a sonar.
mia© 22-10-2010
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